NOTA: Diáspora andalusí quiere mostrar otras informaciones y opiniones sobre la reciente invasión rusa de Ucrania y otras invasiones ignoradas u ocultadas
Un conflicto cada vez más intenso
Fuente: Amnistía Internacional

Las revueltas populares que estallaron en Yemen en 2011, en el marco de los levantamientos en toda la región, obligaron al entonces presidente Ali Abdullah Saleh a abandonar el poder tras haberlo ejercido durante 33 años, entre acusaciones de corrupción y gobernanza fallida, y en el contexto de un prolongado conflicto no resuelto con los huzíes, grupo armado del norte del país cuyos miembros siguen una rama del islam llamada zaidismo.
Saleh fue sustituido por su vicepresidente, Abd Rabbu Mansour Hadi, lo que permitió organizar la Conferencia de Diálogo Nacional, un proceso consultivo nacional de transición que intentó abordar asuntos relativos a la gobernanza, la estructura y la reforma del Estado, así como las reivindicaciones planteadas durante las protestas. Después de dos años de consultas, la Conferencia presentó un proyecto de nuevo mapa federal que dividía Yemen en regiones sin tener en cuenta las reivindicaciones de carácter socioeconómico o regional relativas a la distribución de los recursos naturales, las regiones comerciales y agrícolas o el acceso a los puertos. El mapa recibió un apoyo popular mínimo y la firme oposición de diferentes facciones, entre ellas los huzíes.
Los huzíes aprovecharon entonces el descontento popular para consolidar su control de la gobernación de Saada y zonas circundantes en las regiones septentrionales de Yemen. En septiembre de 2014, los huzíes lograron extender su control territorial, tomando varias posiciones de las fuerzas armadas y de seguridad en la capital, Saná, operaciones que se vieron facilitadas en cierta medida por la recién forjada alianza de conveniencia con el ex presidente Saleh, contra el cual habían luchado durante decenios.
Tras la toma de Saná por los huzíes a principios de 2015, el presidente Hadi y los miembros de su gobierno se vieron obligados a huir.
El 25 de marzo de 2015, una coalición de Estados encabezada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU) intervino a petición del presidente Hadi, con el objetivo de instalar de nuevo en el poder al gobierno reconocido internacionalmente.
Esta operación señaló el comienzo de un conflicto armado abierto al iniciar la coalición una campaña de bombardeos aéreos contra las fuerzas huzíes. En los cuatro años siguientes, el conflicto se extendió hasta afectar a todo el país y las partes en el conflicto se multiplicaron, entre ellas algunos grupos armados respaldados por la coalición. Por ejemplo, Emiratos Árabes Unidos adiestran, financian y arman activamente a diferentes grupos armados desde el segundo semestre de 2015, favoreciendo de ese modo la proliferación de innumerables milicias como el Cinturón de Seguridad, los Gigantes y las Fuerzas de Élite.
En diciembre de 2017, los huzíes consolidaron aún más su control tras asesinar a su aliado y ex presidente Ali Abdullah Saleh, y en la actualidad siguen controlando la mayoría de los centros de población, incluido Saná.
Después de más de un año de combates intermitentes en Hudaida y sus alrededores, que se saldaron con cientos de víctimas civiles, a finales de 2018 concluyeron en Suecia unas conversaciones respaldadas por la ONU que dieron lugar a acuerdos en relación con varias medidas destinadas a fomentar la confianza, como el intercambio de prisioneros y un alto el fuego precario en Hudaida.
Critican la hipocresía de occidente sobre la crisis en Ucrania
Autor: Al Mayadeen
Fuente: The New Arab
Activistas árabes han criticado al gobierno de Estados Unidos por condenar el reconocimiento de Rusia sobre la soberanía de Donetsk y Lugansk mientras aplaude la ocupación ilegal de «Israel» sobre territorios sirio y palestinos.
Este jueves, activistas árabes se pronunciaron en rechazo a la postura que toma Estados Unidos sobre la crisis en Ucrania. Desde redes sociales califican de hipócrita que occidente condene la acción de Rusia de reconocer a Donetsk y Lugansk como Repúblicas cuando aplauden la anexión ilegal de Isarel sobre territorios de países vecinos.
Para los activistas, occidente mantiene un «doble rasero» al criticar a Rusia sobre la crisis en Ucrania mientras que no se pronuncia sobre la anexión israelí en los Altos del Golán (territorio sirio) y la continua ocupación de Cisjordania en Palestina.
Esto sin mencionar los numerosos casos de violación de derechos humanos, asesinatos y detenciones ilegales pepretados por las fuerzas israelíes en sus redadas. También suman el caso de Marruecos que en 2020 normalizó las relaciones diplomáticas con Tel Aviv, a cambio del reconocimiento de Washington sobre la soberanía del Sáhara Occidental.
Crisis Ucrania – Rusia
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en un mensaje a la nación, anunció recientemente el reconocimiento de su gobierno a la soberanía de los autoproclamados Donetsk y Lugansk, en la región del Donbas.
Tras el anuncio, la Casa Blanca dijo que pronto emitiría sanciones para prohibir nuevas inversiones, comercio y financiamiento de Estados Unidos en dichos países. Al respecto, Ucrania dijo que no veía una amenza de invasión por parte de Rusia pero que esperaban contar con el apoyo de sus aliados, haciendo referencia a la OTAN, ante una eventual escalada en las tensiones.
La hipocresía de EE.UU y Europa, hablan de agresión rusa contra Ucrania e ignoran la de Marruecos en el Sáhara Occidental.
Autor: Lehbib Abdelhay
Fuente: ECsaharaui
Washington (ECS). – En el marco de la operación especial rusa en Ucrania y el Donbas, el presidente de EE.UU, Joe Biden, ha anunciado que sus socios en Europa están codo con codo con Washington para frenar la invasión rusa sobre partes de Ucrania. «Solo Rusia es responsable de la muerte y destrucción que traerá este ataque, y Estados Unidos y sus aliados y socios responderán de manera unida y decisiva. El mundo hará que Rusia rinda cuentas», afirmó el presidente de EE.UU tras el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El mandatario estadounidense afirmó que el jueves se reunirá con el grupo del G7 y anunciará nuevas acciones contra Moscú. «Más tarde hablaré con el pueblo estadounidense para anunciar las consecuencias adicionales que Estados Unidos y nuestros aliados y socios impondrán a Rusia por este acto innecesario de agresión contra Ucrania y contra la paz y la seguridad mundiales», dijo.
Poco después, la Unión Europea también condenó la operación militar rusa y confirmó que una invasión había comenzado.
Por su parte, el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, aseguró que estaba «horrorizado» por los «terribles eventos en Ucrania». «Putin ha escogido el paso del baño de sangre y la destrucción al lanzar este ataque no provocado», dijo.
«Las pacíficas ciudades ucranianas están siendo atacadas. Esta es una guerra de agresión. Ucrania se defenderá y ganará», concluyó.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, no faltó. Condenó este jueves el «ataque bárbaro» que Rusia inició en la madrugada contra Ucrania y anunció que la Unión Europea prepara nuevas sanciones europeas contra «sectores estratégicos» rusos, entre ellas, un bloqueo de sus bancos al mercado europeo. «Una vez más, en el centro de Europa mujeres y hombres inocentes están sufriendo. Condenamos este ataque bárbaro y el argumento cínico para justificarlo», dijo Von der Leyen en una declaración a la prensa junto al alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell.
Borrell añadió que el paquete de sanciones que preparan será el «más masivo y duro que hayamos adoptado nunca» y advirtió al presidente ruso,Vladimir Putin, de que si no da marcha atrás Rusia se verá «sometida a un aislamiento sin precedentes».
Sin embargo, hablar de la «invasión» rusa de Ucrania e ignorar la invasión marroquí sobre el Sáhara Occidental, es un sin precedentes en la diplomacia internacional. Impedir que un país expanda su territorio por la fuerza fue un principio fundamental de las Naciones Unidas. De hecho, fue este mismo principio el que llevó a Estados Unidos a implicarse en la Guerra del Golfo en 1991 tras la invasión y anexión de Kuwait por Irak.
Desafortunadamente, existen serias dudas sobre si la administración Biden realmente apoya este estándar legal fundamental. Los mapas del norte de África adoptados por Naciones Unidas, y otros organismos internacionales, sitúan al Sáhara Occidental en la costa atlántica encajada entre Marruecos y Mauritania; mientras los mapas autorizados por parte del gobierno de los Estados Unidos, sin embargo, sitúan a ese territorio como parte del Reino de Marruecos, es decir, sin la línea que delimita entre la frontera de los dos territorios. El Sáhara Occidental, conocido formalmente como República Árabe Saharaui Democrática (RASD), ha sido reconocido por 84 países y es un Estado miembro de pleno derecho de la Unión Africana. Marruecos invadió esa región, entonces conocida como Sahara español, justo antes de su independencia programada del dominio colonial en 1975.
Sin embargo, en sus últimas semanas en el cargo, el ex presidente Donald Trump reconoció formalmente la soberanía marroquí sobre el territorio ocupado, incluido aproximadamente el 25 por ciento del Sáhara Occidental que todavía está bajo el control del gobierno de la RASD. La administración Biden ha rechazado, al menos hasta ahora, los llamamientos bipartidistas para revertir la decisión de Trump y Estados Unidos sigue siendo un caso atípico internacional.
A pesar de mostrar un gran interés sobre un moribundo Proceso de Paz liderado por la ONU, Estados Unidos está de acuerdo con la política de agresión adoptada por la monarquía marroquí, en que la independencia no debería ser una opción para la población autóctona, conocida como el pueblo saharaui, que cuenta con una historia, un dialecto y una cultura diferente. El régimen marroquí, envalentonado por el reconocimiento de Estados Unidos e Israel, insiste en que la independencia está completamente descartada y, como mucho, está dispuesto a ofrecer solamente un grado limitado de «autonomía» bajo el dominio marroquí.
El reconocimiento de Trump de la anexión ilegal del Sáhara Occidental por parte de Marruecos, es un regalo para Putín, quien ahora puede retratar el rechazo de Estados Unidos a las decisiones rusas en el territorio ucraniano como simplemente arraigada en la rivalidad geopolítica en lugar de una oposición de principios a la expansión territorial ilegal.
Por el bien del pueblo del Sáhara Occidental y la credibilidad de occidente (Europa y EE.UU) en la creciente guerra de Ucrania, la administración Biden debe rescindir de inmediato el reconocimiento de Estados Unidos de soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, y por lo tanto la Unión Europea debe tomar decisiones similares para poner fin a la ocupación de la antigua colonia española.