Se han hecho evidentes las lagunas, las ocultaciones y las distorsiones de nuestra historia, y todo ello se convierten en verdaderos agujeros negros de los que se hace muy difícil ver y descifrar. Pero, por suerte o desgracia (nunca se sabe), nuestra historia trasciende las fronteras físicas y mentales, y ello hace posible que otra gente, con menos prejuicios y, quizás, con más datos objetivos, nos pueden explicar ciertos acontecimientos que tuvieron lugar en nuestro entorno geográfico. Y en esta ocasión no nos referimos a al Ándalus y los andalusíes (mozárabes, judíos o musulmanes) sino a parte de la historia del cristianismo, que no del catolicismo. Me estoy refiriendo a un acontecimiento, y un personaje, nacido en la ciudad de Córdoba, pues la importancia de dicho acontecimiento y personaje es motivo de atención fuera de nuestras fronteras. Me refiero al Concilio de Elvira (Granada) o de Iliberis (Concilium Eliberritanum en latín) cuya fecha es un poco incierta, pero que se data entre el 300 y 320; y el mismo fue presidido por el obispo Osio (Hosius, Osius u Ossius) de Córdoba.